martes, 16 de agosto de 2011

De la ceguera.

Íbamos juntos en el coche. Una de tantas veces.

Él me comentaba sus proyectos, sus éxitos e inflaba su discurso con dosis de vanidad prescindibles. No me importaba demasiado el tono, creo que todos tenemos momentos así. Los dejamos fluir con las personas que nos conocen y no nos van a juzgar pretenciosos por un poco de éxtasis sobre nosotros mismos.

Pero había cambiado.

No era el éxito, no era el discurso.

Fue el semáforo el que me hizo verlo.

Se acercó un hombre de unos sesenta años a la ventanilla. Ofrecía chicles y pañuelos de papel. Vestía pulcramente, peinado, con la raya del pantalón y la camisa bien marcadas. Demostraba así que su pobreza no estaba nunca por encima de su dignidad.

Entonces fue cuando bajó la ventanilla, miró a aquel hombre con la sonrisa del salvador magnánimo y quiso demostrarle su generosidad dándole las monedas que acumulaba en el cenicero del coche.

El movimiento de mano con el que indicó que no necesitaba nada a cambio, la expresión de satisfacción por la buena obra hecha, incluso el regusto de triunfador solidario que paladeó no tuvieron ojos para detectar que aquel hombre mayor, atropellado por los malos tiempos, buscaba una forma de ganarse la vida y él le había obligado a aceptar una limosna.

sábado, 30 de julio de 2011

Ayeres

La poetisa inacabada.

La que de tanto buscar el amor se pregunta si lo terminó gastando.

La que se conmueve con cosas pequeñas pero no es capaz de retener un sentimiento. El hada incontenible que actúa como si la juventud y la belleza fuesen eternas precisamente porque es consciente de que perecen en un suspiro. La que es incapaz de pensar en pasado mañana.

Ésa... ésa.

Una que parece decirlo todo pero se calla el infinito. Una que lo ama todo y no se casa con nada. Una que un día se descubrió mujer, casi de repente, cuando se negó a fingir nunca más un orgasmo.

Ésa.

Ésa que necesita sentirse amada y libre a partes iguales. La loca de manos insaciables, la ingobernable de versos indecentes.

La glotona devoradora de historias.

Una que un día dijo te quiero y al siguiente se olvidó de cómo se hacía.

La poetisa incompleta.

Irresponsable, inconstante, dispersa, abstracta, ineficaz, distraída y perezosa.

Todo eso, a cambio de ser feliz con una gota de agua.

A cambio de tener ayeres maravillosos que siempre se mantengan siendo ayeres.
Ayeres inflados de literatura
que nunca pesen lo suficiente
como para invadir un presente.
Ayeres que nunca lleguen a ser un pasado.

martes, 16 de noviembre de 2010

Atropello

Ella que duerme profundamente
hoy no puede.

No sabe el porqué.

No le duele nada. Ni en el cuerpo, ni en el alma.

Le inquietan cosas, claro. Pero eso no es nuevo.

Puede que sea, piensa
(ahora que se ha comido tres flanes, un bote de aceitunas y tres variedades de queso)
porque nunca ha sido lo bastante bella como para permitirse el lujo de ser tonta
pero siempre ha sido lo bastante hermosa como para permitirse el de portarse mal.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Amor con "a"

El día en que se lo dijo quedaba lejos. Habían pasado de nuevo todas las estaciones. Estaban en la terraza de Ana, compartiendo una botella de vino. Intentando intercambiarse las piezas del puzzle que había sido su historia . Parece que esa noche todo pudiera decirse. Parece que los silencios incómodos, los exámenes interiores y la moral con olor a naftalina se hubiesen volatilizado. Ahora se miraban, con el pudor encendiéndoles las mejillas, con la timidez de su adolescencia. Con el vino abriéndoles la boca.

El día en que se lo dijo Sara sintió rechazo, culpabilidad y asco. Pasó más de un año sin verla. Un año de indignación y ofensa de día, de melancolía y deseo de noche. Ahora bebía vino a su lado, enredándose en su propia historia. Pidiendo perdón por el silencio, la distancia, la negación. Pedían perdón las dos, quitándose la palabra, tapándose los labios mutuamente. Llorando de impotencia. Sintiéndose estúpidas por esconderse, o por mostrarse. Cada una izando sus culpas. Recogiendo dulcemente las lágrimas de la otra, comiéndose los ojos. Besándose las manos.

Sabían que esa noche era la primera noche de amor en sus vidas. Todo lo demás ahora les parecía una opereta. Habría que reescribir tantas cosas... y se respiraba tan bien en esa terraza. Íntima, oscura. Sara le apartó dulcemente el pelo de la cara, se acercó temblando a sus labios, se miraron, se desearon... Pero en aquella noche inaugural, en aquella noche que empezaría el resto de sus vidas... ambas se recuerdan ahora, entre las risas de los pavores superados, que no fueron capaces de besarse con los ojos abiertos.

martes, 21 de septiembre de 2010

El minuto antes

Estaba inquieta. La transitaba ese tipo de ansiedad agradable y cosquilleante que se reserva el amor. Esa noche tenía una cita con él. No solía adornarse, pero para esta ocasión eligió unas bragas bonitas, se puso un vestido, se soltó el pelo. Le dio color a sus mejillas, a sus pestañas y a sus labios. Se miró al espejo, comprobó lo insinuante de su escote y lo perfumó coqueta.

Hacía tiempo que no se veían. Echaba de menos aquello que le subía por el espinazo cuando se miraban, sus ojos afilados e indescifrables.

Se calzó unos tacones y salió de la habitación. Cruzó el pasillo, entró en el salón, se sentó en el sofá.

Retocó por última vez sus labios, respiró hondo y encendió el ordenador. Él ya la estaba esperando, parpadeando a través de una casilla en la pantalla.

- Ya estoy aquí. Me estaba poniendo guapa...

Y aunque él no pudo oler esas gotas de perfume a tantos kilómetros, lo mecieron en forma de ternura infinita y sensualidad.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Amores reflejo

-¡Hola! No me conoces pero me presento: aún no lo sabes, pero soy la mujer de tu vida.

Él ríe abiertamente, se acaricia el mentón y dice:

-Vaya, encantado de conocer a la nueva mujer de mi vida. Me llamo Daniel.

-Yo Tamara. Encantada Dani. ¿Tomamos algo y así te cuento cómo va a ser nuestra vida a partir de ahora?.

-No le tienes miedo a nada, Tamara.

-Estarás conmigo en que eso es un lujo y una pérdida de tiempo.

-Estoy contigo sí. Yo invito.

...

"Lo vi cuando se acercaba al andén. Recuerdo que alguna vez le escuché decir a un amigo que cuando había una mujer cañón a 300 metros a la redonda él la detectaba sin siquiera proponérselo, como si ella ejerciera algún tipo de atracción visual involuntaria. Esto fue algo parecido. Yo ojeaba una revista pero sin saber por qué levanté la mirada y lo vi. Venía hacia el andén cargado con su violonchelo y una mochila pesada al hombro. Se movía con expresión de calma, despeinado, paciente e indecentemente apetecible. Podría decir que la imagen hasta me conmovió un poco. Siempre tuve predilección por las personas que saben de música, tal vez como remiendo a mi ignorancia, pero es que además él sonreía escandalosamente bien. Y mucho. En esos diez minutos que se demoró el tren, lo vi sonreír mientras hablaba por teléfono varias veces, y en tres de ellas rió con franqueza muy ruidosamente. Un auténtico manjar.

La verdad es que aunque el chico destilaba estímulos me daba pereza abordarlo con algún ingenio, entablar conversación, aguijonear, intentar despertar la curiosidad...etc. No me sentía especialmente fuerte o bella ese día, y este tipo de perlas deben recogerse con el equipo adecuado. Has de sentirte una reina persa antes de acometer este tipo de atropellos si no quieres que tu dignidad zozobre en el intento. Y esa tarde yo era algo más parecido a un colibrí cansado que a una matriarca regia. Así que no dejé de espiarle, porque soy una maldita voyeur, pero los colmillos permanecían en posición de descanso.

Llega el tren. Busco mi asiento. Me acomodo. Apoyo la cabeza en el cristal de la ventanilla, no sé porqué pero me encanta dormitar en el tren. Pero esta vez no puedo. Mi vagón. Acaba de entrar en mi vagón. Está casi vacío pero él coteja el número de su billete y sigue descartando asientos. Así hasta pararse en el pasillo a mi altura. ¡Bendito sea el hombre que nos vendió los billetes, que nos unió con un click para deleite y sobreexcitación de mis sentidos! Así, juntitos. Olía a madera y picante dulce. La vida es maravillosa, amigos.

Se arrellanó en el asiento y sacó un librito de su mochila. "Carta de una desconocida" de Zweig. Creí estar dentro de un serial adolescente. Era el mismo libro que yo llevaba en mi bolso. Estoy segura de que si alguien me contase esta historia hasta aquí yo aseguraría que no dejaría escapar tales señales del destino. Prometería con vehemencia que en semejante coyuntura sacaría mi ejemplar e interpretaría una dulce opereta de seducción. Pero no lo hice.

Me quedé a su vera, sorprendida por la nitidez del calor corporal que me llegaba, observando disimuladamente cómo se mordía los labios al concentrarse para leer. Extasiada, acobardada, hipnotizada. Demasiada belleza para mis tretas de siempre. Demasiada debilidad recorriendo mis venas. Cerré los ojos. Así podía oler mejor, incluso seguir el compás de su respiración. Me imaginé desnudándolo despacio, pero con avaricia, y entre un collage de imágenes dementes y caprichosas me dormí. A su lado, completamente dormida y completamente consciente de su presencia. Los trenes ofrecen un sinfín de visiones inimaginables en otros registros. Dormí a su lado, sí, para mi en ese momento fue irrelevante el contexto.

Me desperté en A Coruña, última parada. Él ya no estaba. Tuvo que recoger sus cosas con infinito cuidado para no despertarme, con el sigilo del insecto y la delicadeza del violonchelista. Sólo quedaba el billete sobre su asiento. Bendije a mi profana forma otra vez ese pedazo de cartulina aunque ahora me sintiese desamparada, abandonada. Como quien descubre que el amante huyó escondiéndose en la noche pero aún así se recrea en el rastro de su olor en la almohada. Sé que fue infantil, pero me sentí despechada.

Manoseé maquinalmente el billete, como para asir la única prueba tangible de mi pasión. Lo escudriñé y descubrí que era para otro vagón. Otro vagón, otro asiento.

Me quedé con eso y con un placentero calambre en la sangre: alguien me había tapado cuidadosamente con mi chaqueta para que durmiera abrigada".

domingo, 27 de junio de 2010

Ceguera

Llamó por teléfono a Carolina. ¡Tenía tantas cosas que contarle!

-... y por fin encontré la chaqueta perfecta para el vestido de la boda. Tuve que pagar una pasta, pero ahora vienen las rebajas y no voy a encontrar nada. ¡Ah! ¡y no te conté lo del sábado! Medio bar buscando mi pendiente, resulta que bailando se cayó al suelo y todos los tíos estaban compitiendo a ver quién me lo encontraba. Y vi a mi ex. Me encantó verlo baboseando por un poquito de este cuerpo, pero pasé de él como de la mierda...
-(...)
-... ahora ya me dan las vacaciones y estoy mirando a dónde ir. ¿Te apuntas a un viaje?¡ah! supongo que no puedes... es cierto. Oye, por cierto, que aún no te conté lo de la fiesta de la semana pasada. Estuve muy liada y no pude llamarte. A ver si quedamos y te cuento que además aún no viste mi nuevo corte de pelo. La peluquera quería darme unas mechas color pasión asiática o algo así y, claro, yo le dije que experimentos con gaseosa porque....
-Oye, querría verte, ¿sería posible?
- Yo también tengo muchas ganas de verte. Cuando te explique el problemón que tengo con lo del piso vas a flipar. Estoy agobiadísima tía. Me estresa mucho que se me junte todo esto con la oposición, es demasiada presión para mí...

Sus problemas logísticos ocuparon unos diez minutos más. Cuando se hubo vaciado de toda su información, anécdotas, frustraciones, planes, rencillas, ligues, etc... cayó en la cuenta:

-Bueno, ¿y tú qué tal?¿cómo estás de lo tuyo?
- Bien... todo bien... sólo que...
-¡Me alegro! Bueno niña, te dejo que ando muy liada, ya me contarás con más detalle.
-... está bien.
-¡Besos!

...

La siguiente vez que hablaron por teléfono la escena fue parecida. Pero en esta ocasión Carolina ni siquiera intentó contarle que ya no estaba embarazada.




miércoles, 9 de junio de 2010

Invocación


Foto: Oro salmantino, 2009.

....

Las nubes repletas,
las aceras brillantes.
Los bancos aguados
de una primavera distraída.

La ciudad envuelta en plata,
las hojas barridas
y la piel blanca esperando
un poco de sol y de sal.

A un sol destronado
le ofrezco mi cuerpo pequeño
para que se me inyecte en las venas,
para que la boca se me llene de versos
para que en el día no me quepan los verbos,
para sentir que vuelvo a empezar.

Que la próxima vez
mis piernas perlinas no parezcan frías
en el abrazo inabordable de las arenas de mar.

viernes, 14 de mayo de 2010

aullido



Quiero que en la comisura de mis labios
se me abra tu lengua como una flor,
quiero rasgar tu espalda y dejar en ella el testimonio
de mi caprichosa indecencia y de tu voraz vocación.

Voy a romperme las manos en tu cuerpo,
a liberar fantasías acuosas que esperaban amordazadas
a ser bebidas sin pudor.

Quiero verte llorar de gusto y
hacerte un sitio en mis brazos,
conocer tus ojos saciados y
morderte entre versos ocultos.

Quiero tirar de tu pelo para anunciarte una luna llena
despertándose desde mis pies.

Me afilo los colmillos para vencer tu lengua mojada,
para perderme en un viaje suicida,
para sentirme viva
aunque se me trastabillen los cuentos
en el desván de mi curiosidad.

Yo me araño el pensamiento imaginando batallas,
descifrando momentos en los que nos guardábamos la saliva
para mejor ocasión.

Mas esta noche confieso que quiero escurrir mis gotas de agua
entre tus sábanas planchadas,
que aúllo por gastarte la boca
y sumarte a las huellas de mi colchón.

Yo prometo guardarme el secreto

si tú prometes

descifrarme la piel.






lunes, 3 de mayo de 2010


Fotografía: Chema Madoz

....

-¡Estate quieto!

-No seas pesado.

-Déjame un poco en paz.

-No me pasa nada.

-Vete a dormir, yo iré más tarde.

-Haz lo que quieras.

...

Aquella tarde en una terraza, en la que él te acarició el cuello y tú continuaste hablando con tu amiga, apartando su mano con la expresión de quien aparta una araña negra y pegajosa.

La noche en que te hiciste la dormida para no sentirlo desnudo encima de tu piel.

Las veces en las que te masturbas y te das cuenta de que te enfrías si lo recuerdas a él.

Los días de peleas absurdas y tempestuosas que se despiertan por ansiedad, porque no soportas no soportarle.

Pero la rutina, pero los engranajes de la vida ordenada, pero el miedo a la soledad, el pavorterror a los ecos de la revolución....

... la letra del coche, la reforma del piso y los amigos en común...

... las navidades repartidas, los planes cerrados y los manteles planchados. Los muebles del jardín.

Tantos peros, tantas cosas que meter en una maleta...

... que prefieres cerrarla y olvidarte

de que en ella te cabe todo lo que desearías vivir.





lunes, 22 de marzo de 2010



-Hola gatito ¿me vas a contar un cuento oscuro esta noche?.
-Claro que sí, uno de un hada bonita y perversa que maullaba a los gatos para robarles seis vidas.
...

Yo soy una Alicia que se pierde en mundos dementes por culpa de su curiosidad. Una con un vestido de colores que decide si hacerse grande o pequeña llevándose dulces a la boca, pero que no despierta después de la siesta porque le encantan los sombreros y los locos.

También soy un Peter Pan hiperactivo y caprichoso que no quiere crecer... pero al que le pirra jugar con los mayores.

Soy una Caperucita feroz que coquetea con el lobo tonto y lo disfraza de abuelita como juego perverso. Una Dorothy que seduce espantapájaros, hombres de hojalata y leones mansos. Una que se queda con los zapatos rojos de la bruja y se esconde con el mago detrás de la cortina a poner voces y jugar a los médicos.

Un ¡viva! por las malas de los cuentos, las princesas feas y las sapitas que se quedan tristes en su charco cuando una rubia besa a su sapo y se lo lleva para siempre, un aplauso a los príncipes miopes que escalan un castillo con el muñón de una trenza, a las bellas durmientes que tienen sueños eróticos. Un ¡bravo! por los genios de lámparas maravillosas que no pueden ayudarse a sí mismos, por las cenicientas que calzan un 40 y por las sirenas espabiladas que saben que siendo medio pez no se tienen orgasmos.

Desde pequeños nos enseñaron que lo divertido empieza cuando se muerden las manzanas.



jueves, 4 de marzo de 2010

Foto: Cosasquenoquise.

....

Resplandeciente. Sintiéndose una reina persa. Colmada de atenciones y halagos. Pagada de su talento y levitando en su propio ego. Se sentía tan fuerte...

La mañana empezaba en un rincón perdido. Quedaba un largo día por delante de flashes, cambios de vestuario, retoques... un día entero en el que ella se sentía el pulmón de un entramado engrasado para engrandecerla.

Un bar frente a la playa. El equipo necesitaba una dosis de cafeína y nicotina. Un pueblo pequeño, costero y decadente. Era muy temprano y apenas había dónde elegir.

Entraron.

Ya en la puerta le recorrió un calambre punzante por el espinazo. Esa silueta...

Todos estaban dentro ya. No podía desaparecer. Querría volatilizarse. Querría ser el pétalo de un diente de león. Pero debía entrar, la parada para el café era parte de la logística de su trabajo. Sentarse, escuchar las indicaciones de lo que debía hacer, atender a los cambios del plan... Debía entrar. Y eso es lo que hizo.

Él estaba apoyado en la barra. El bar era minúsculo, cuadrado. Un único espacio asfixiante y sucio en el que él empezaba el día con una cerveza a la hora del café. Llevaba un abrigo de promoción de una marca de vodka. Despeinado, desaseado, decrépito.

Se vieron. Ella se acercó y resolvió el encuentro con fingida sorpresa y un abrazo correcto. Detectó las miradas de su equipo, preguntándose de qué conocería a ese señor.

- Oh! pero... pero... ¡qué sorpresa!- olía a alcohol y tenía las mejillas salpicadas por las inconfundibles venas del exceso.
- Ya ves, venimos a sacar unas fotos por esta zona...

Ahí, cuando ahogó su respectivo:"¿y qué haces tú aquí?" fue consciente de que ni siquiera se había parado a pensar, al entrar en aquel pueblo, que él vivía allí. Lo había borrado de su memoria tan eficazmente que no se había asomado la posibilidad de un encuentro en ningún resquicio de su imaginación. Se sintió desarmada, expuesta.

- ¿Te quedas a comer conmigo?
- No... no puedo. No estaremos aquí más de un par de horas...
- Ah... - sus ojos se apagaron drásticamente- claro, entiendo...
- Bueno, me voy a sentar con ellos que estamos trabajando...
- Sí, sí... no te preocupes, ve...

En la mesa, con todo el equipo, apenas mostró la perturbación que la ahogaba. Disimuló el temblor de sus manos sentándose sobre ellas. Hacía años que no sabía de él... Anotó todo lo que le dictaban, escuchó y recibió la información que le disparaban como si nada hubiese pasado. Pero su expresión de atención era una mueca fingida. Su tranquilidad, una pose depurada.

Se levantaron, pagaron y ella se despidió de él correcta y concisa.

Cuando caminaban hacia el coche un breve comentario de un compañero:

- Te conocen en todas partes ¿eh?
- No, no... es que vine un par de veces por aquí en verano... pero apenas lo conozco... - ahogó un trago de saliva y la angustia que le quemaba el estómago.

En el bar, él le pedía un cubata bien cargado a la camarera. Cuando lo tuvo entre sus manos esbozó una sonrisa y le dijo al anciano que estaba a su lado en la barra:

- É filla miña.

Bebió un sorbo y enseguida le atropelló la crudeza de la imagen de aquel encuentro. La frialdad, el anonimato, la certidumbre de no sentirse parte de nada. El orgullo paterno se diluyó en el vodka y entonces ya sólo pudo sentirse aplastado por la vergüenza.

domingo, 31 de enero de 2010


Foto: Crepitar. Salamanca, 2009.
...

Era bello, dolorosamente bello. Enloquecedoramente tentador, sensible. Y estaba roto. Y esto lo convertía en una explosión de ternura y perversión irresistible. Por eso me enamoré. Así, a mi extraña y voluble forma. Así, como se ama cuando se ama unas semanas. Como se ama cuando se concentran la pasión y la curiosidad en una cama.

Ya no siento fiebres ni se me afilan los colmillos si pienso en él. Me gustaría no liberarme tan fácilmente de mis pasiones, esta es la verdad. Porque una acaba por plantearse si es que alguna fue cierta.

Pero creo que a él sí lo recordaré. Recordaré el frío pavor que me despertó su historia, recordaré su fuerza y sus inseguridades. Recordaré que conocí un ángel hermoso y astuto que en sus desbordante talento para vivir... va arañando los cuerpos y la fragilidad.

Le recordaré porque me conmovió. Porque me hice daño al imaginarme a su lado. Porque las cosas y las personas hermosas y marcadas por la fatalidad(rotas, esquilmadas, devastadas) ejercen una atracción hipnótica sobre nosotros. Nos hacen pensar que es fácil obtenerlas y nos recreamos secretamente en la visión de la perversión de la perfección.

Empachada, aunque no se me mueva un cabello, pienso que su breve visita en mi vida me hizo mejor persona, y peor mujer.

lunes, 25 de enero de 2010

mudanza

...
Foto: Visión de un escarabajo. Estación de trenes. A Coruña.
..

No sabía exactamente qué le estaba pasando. Llevaba días dispersa y apática. Aburrida de todo y de todos. No era capaz de deshacerse de una sensación de pena que se le pegaba al cuerpo como ropa mojada, que la hacía caminar pesada, como enfrentada a un viento furibundo que le impedía subir una calle cuesta arriba.

Pasó unos días encerrada en su guarida de papeles y durmiendo a todas horas. No era pereza, era que su cuerpo le indicaba que se sumergiera en sueños. Que explorara entre los delirios de su imaginario. Pero no entendía nada de unas imágenes que se le escapaban como arena entre los dedos. Y seguía durmiendo a ratos, entrando en un estado de inconsciencia profundo que la dejaba agotada.

No cogía el teléfono, no respondía a los mails. No quería saber nada de lo que ocurriera más allá de sus viajes.

Salió una tarde a consultarle a un amigo sabio. Él era un vividor de lienzos, un resucitador de inquietudes. Una amistad que se urdió en la adolescencia y se mantenía viva, y dispersa, porque ambos habían cruzado a otros mundos y sentían que debían compartir el privilegio de regresar para contarlo. Un pintor de locuras hermosas que había dormitado el tiempo suficiente en las copas de árboles inaccesibles como para poder comprender lo que ella estaba viviendo.

Le contó:

- Le prendería fuego a todo lo que me rodea y con sus cenizas erguiría un monumento a las aves migratorias.

- Ruges endemoniada- le dijo- porque sabes que una parte de ti ardería entre esas llamas. Déjame pintarte hoy que estás inquieta.

Él la bosquejó en su libreta mientras ella fumaba empedernida. Hablaba sin pausa, a borbotones, hablaba liberando impunemente a sus demonios porque sabía que a él podía mostrarle sus tripas sin ser juzgada.

Cuando acabó el dibujo se lo mostró y le dijo:

- Así eres ahora. No temas, pronto te saldrá una nueva y fuerte.

Ella extendió la mano, asió el cuaderno y miró el dibujo. Sus ojos se despertaron. Enterró la colilla en el cenicero, se abrazó a él y lloró hasta vaciarse.

Había dibujado la piel abandonada de una serpiente. La mudanza de un animal majestuoso que reptaría desconcertado y asustado por la selva hasta fundir su carne con su flamante disfraz nuevo.


viernes, 8 de enero de 2010

Carta a un amor de juguete

Foto: Un Tac. Ribadeo 2009.

....

Ojalá te amara para ser capaz de pedirte locuras, para escribirte versos tarados y dejártelos en el bolsillo de la chaqueta.

Ojalá sintiera debilidad y absoluta predilección por tus manos y así estremecerme, electrocutarme entre caricias en una cama nuestra. En una cama sin visiones de orgasmos vertiginosos entre otros brazos.

Yo querría enamorarme perdidamente de ti por cómo me miras, por cómo me tocas y me saboreas. Porque nunca nadie me hizo sentirme jamás tan hermosa.

Ojalá pudiera apretar un botón que hiciera que mi cuerpo sólo te buscara a ti, que mis labios sólo esperaran tu saliva. Me gustaría poder estarme quieta a tu lado sin salir corriendo a la calle a jugar cuando escampa.

Si te amara podría no cansarme de tus ojos desmayados cuando te hago el amor. Si te amara podríamos fundar un imperio de sueños y palabras, un taller de historias, una vida en calma y en constante movimiento.

Pero creo que no es posible. Cuando estamos juntos después de hacerlo siempre miro hacia la ventana, me muerdo el labio inferior... y espío, de soslayo, el reloj.




sábado, 2 de enero de 2010

Foto: Posibles.

...

Una habitación desangelada y dos cuerpos que se acecharon toda la noche. Una escapada convenida y discreta. Callada.

Luego se consumen el cuerpo con ahínco pero sin ganas. Con furia pero sin electricidad.

Después se despiden y no se recuerdan. O se recuerdan, pero no se piensan.

Ella introduce la llave en la cerradura de su piso y al cruzar el umbral ya se perdieron los besos impersonales. Él se refugia en la cama propia y recuerda las convulsiones del placer, pero ya no tienen su cara.

Parece que nada hubiera ocurrido, parece que sus cuerpos nunca fueran uno en un desorden de piel encendida.

Se conocen vestidos pero desnudos sus cuerpos no se hablan, sólo se aúllan, se gritan, se consumen. Y al final se niegan. No se tocan dormidos, no se abrazan rendidos. Sólo se palpan en las prisas de la carne en su punto.

La pasión desprovista de ternura se pierde como se pierde la espuma en las grietas de unos labios deshidratados.

sábado, 19 de diciembre de 2009


Foto: Femme.

.....

La hizo ir y venir. Le dio la vuelta varias veces. Puso su rutina patas arriba. Domesticó sus apetitos, sorbió su cuerpo y luego desapareció.

La dejó naufragando en preguntas, en recuerdos inacabados, torturada por la frustración de no tenerle los labios sin reserva.

Al cabo de un tiempo la recordó tibia y cimbreante como el fondo del mar y volvió a buscar sus brazos generosos, lascivos.

Volvieron a verse.

Ella lo recibió cálida, sin réplicas y esa noche se cobró los silencios bebiéndole la piel con urgencia, impaciente. Transportándolo a una explosión de placer en la atracción centrifugueante y fogosa de sus caderas. Tomándolo sin dejar un centímetro sin asolar, sin ceder ni un segundo en el dominio brutal y violento con el que lo poseyó esa noche.

Después, saciada el hambre y calmados los demonios incontenibles de su sexualidad, por primera vez desde que empezó a desearlo sintió la boca seca y el cuerpo sobado. El abrazo en el que estaban le pareció acartonado y postizo. Le sobraban las atenciones y la perspectiva de dormirse a su lado se le antojó un fastidio, un mosquito pegajoso en la piel sudada.

Ella se escurrió entre las sábanas, se vistió torpemente, tropezando con los muebles, temiendo que él se despertara y la atrajera hacia sí. Antes de alcanzar la calle ya se preguntaba dónde se había quedado la parte de sí mima que tiempo antes se deshacía por sus ojos grises.

Caminó hacia su casa para bañarse en agua caliente y abundante y, con ella, se borró del cuerpo las últimas huellas de ese amor fulgurante, de ese amor desproporcionado y fugaz que él le despertó con astucias y le curó con silencios.

Cuando cerró el grifo ya no recordaba los sabores de las noches que compartieron.




lunes, 7 de diciembre de 2009

Venas de tinta


Foto: De la cabeza a los pies.
...
Delirio perteneciente a los muchos delirios que van conformando el esqueleto de mi libro frustrado. Una gota de la sangre de Ismene:
....

Ella deja que la sábana se deslice y le muestre la curva de su cadera. Lo hace para encenderle con su cuerpo aniñado, para someterle dulcemente a sus caprichos mañaneros. Su piel blanca, su pelo desordenado, sus historias crueles y conmovedoras. Todo forma parte de sus juegos.

Le han roto el corazón otra vez y lo reclama para que la sacie, para que le recuerde lo maravilloso de vivir sin grilletes, para que la haga sentirse fuerte y deseada. Para que le arañe los brazos cuando se lleva un dedo a la boca.

Cada semana anuncia un amor definitivo que luego descarta y olvida sin huellas aparentes. Ella amó a muchos. Pero a todos sólo un poco. A él le dice que sabe que mientras no se vuelva loca de amor nunca dejará de ser una cuentacuentos mediocre. Puede que no se engañe en esencia, pero es que ella no cuenta cuentos estrictamente. Ella confiesa pecados. Ella se purga contando.

Y cuando ame, cuando ella ame de veras... puede que se cierre la fuente de sus debilidades. Puede que cuando no disponga de sus infinitos espacios de perdición ya no necesite estrofas para digerirlos.

Él que es todos los hombres que se abrigan en sus sombras... augura el silencio cuando se convierta en partículas borrosas del recuerdo.
Tal vez ella deba amar mucho, pero no enamorarse. Que el amor es exigente y egocéntrico, y no permite que en su reino se muevan más aguas que las que arrastra su corriente.

Ella ha de amarlo todo sin excepción ni exclusividades.

Ésta ha de ser su ofrenda a la belleza.


domingo, 29 de noviembre de 2009

Aullido a una piel prestada

Foto: JaqueMate.

...


Me das ternura envuelta en saliva.

Me das tu cuerpo en dosis,
tu alma envasada.

Me prestas tu deseo,
tus pies y tus claves.

Me lo das todo si te lo pido
ronroneante.

Todo me lo enseñas
si te lo escucho desnuda.

Amigo de piel,
hermano de anhelos,
amante de los santos secretos
de mi cuerpo inflamable.

Hoy te escribo a tí.

A tí.

Porque me arrancaron el alma
para dejarla perdida.

Porque me enfermaron de sueños
por recrearme en los míos.

Hoy que hundieron las manos en
mi soberbia...
hoy luz directa en la grieta de mi disfraz,
hoy cera caliente en mis ojos abiertos....
hoy,
escúchame maullando...

Cúrame, tú que me amas mucho
algunas veces,
tú que te entregas todo
en algún silencio.

Tú que no me tienes,
tú que no eres mío.

Tú que me tocas
con devoción infinita.

Sólo a tí
porque no te espero
puedo confiarte
mis pieles.

Mézclalas con tus labios
y vuelvan las noches a ser guarida
para tu ángel incontenible.
Escenario
para mi corazón en porciones.

Vuelva mi espejo a ser refugio
de segundos infieles.



lunes, 23 de noviembre de 2009

A todas las caperucitas.


Foto: Venus en porciones.

...


A las que callan por si viene el lobo,
a las que son poseídas, no amadas.

Ésas que tienen miedo de ser, de estar, de hablar...
ésas... a las que apagan la frente,
a las que encierran los ojos,
a las que diezman las manos
y la luz de la piel.

Las borradas, las silenciadas.

A todas las mujeres que alguna vez se sintieron culpables
por ser ellas mismas.

Todas vosotras somos nosotras,
en todas hay un poco de vuestro dolor.

Vuestros párpados son también los míos,
vuestros alaridos son a la misma luna
que veo yo.

Maldito el que sonríe escondiendo sus fauces
maldito el que acaricia afilando sus garras en tu piel.

Que no te nieguen,
que no te anulen,
que no te toquen.
Que no hay lobo disimulado que se atreva
a mirarte
si tú le dices:

- Soy yo todas las mujeres.

Y siéndolo todas,
no hay agujero en el mundo
no hay vertedero en la tierra
en el que pueda esconder la vergüenza de su disfraz.




domingo, 1 de noviembre de 2009

De las alas heridas



Foto: Estación de tren. Santiago de Compostela.

... ... ...

Se me caen las plumas
una a una
de mis alas efervescentes.

Se me caen
y al rozar el suelo
me duelen
y me hablan.

"Yo no quiero entregaros" , les digo.
Yo no quiero ataros, pequeñas.

Amo cada batir de alas,
amo cada soplo de viento en mi cara.

Pero vuestros destellos
arañan mejillas
desploman caminos

Ave que despliega alas infinitas,
pero ave rapaz,
pájaro vivo y solitario...

... escucha...

que tu vuelo hambriento
puede también instalar tantas rejas

que piensas que vuelas
y en verdad

planeas

a ras de suelo.



martes, 1 de septiembre de 2009



Como una colilla que se consume en la repisa de una ventana, nuestro amor se apaga un poco cuando lo tenemos. Y yo siento que me llegas tarde y que no me llegas a llegar del todo.

Pero, sin embargo, te ruego:

Déjame cogerte, morderte, 
vencerte.

Déjate dejarte y mírame mirarte, amor.

Deja que te encierre,
que te seque,
que te acabe.

Piérdete en mis silencios y
entre mis piernas.

Abandónate a mis juegos,
que tus sueños afilen mis colmillos,
que tu cuello se parta en mil caricias y 
que yo pueda, sin palabras,
borrarte 
cuando
suene 
el 
timbre 
de 
mi 
despertador.

sábado, 22 de agosto de 2009




Insignificante

como un lunar pequeño

en una espalda constelada.


Sin significado

como la lágrima

que se escapa de un bostezo.


Breve

como se pestañea ante el reflejo

de un cristal roto.


Al alcance

como la lluvia cuando cae.


El verano aparece

y nutre de pequeñas presas deliciosas

las calles

las noches y

las puertas traseras de cualquier vida

que se preste a perderse fugazmente

en el apetitoso mundo

del cuerpo ajeno.

jueves, 23 de julio de 2009


Escribir con ella como se escribe en un cuerpo que se recorre con las manos.

Conocerla y con ella contar algo que se alza sobre la palabra misma. Una imagen es en sí misma un sentimiento, una visión... es todo eso y más que eso, es un camino que se manifiesta con la claridad y sencillez de lo visible, con la contundencia de los sentidos. Una manifestación visual, cierta o no, pero innegable en cuanto ya es. Ya existe y eso la convierte en lo que cuenta, en la necesidad de contarlo, en el hecho de contarlo y en el efecto de contarlo. En una pócima de todo eso, con todo eso.

Una fotografía es el orgasmo infinito del tiempo

un testigo, un recuerdo eternizado, un golpe, 

el primer espasmo de un alud.

Es un mundo de decisiones y resultados.

Un universo de delirios y el delirio de contar los universos propios. 

"Phos" habla de la luz, "Graphis" de la escritura.

Escribir con la luz.

Escribir, contar, decir, manifestar, declarar, explicar, narrar, imaginar... descubrir.

La luz se mueve, se cuela, se escurre, se escapa... como los sueños. Como los pensamientos. Como todo lo que está sin estar, como todo lo que sin ser poseído, se tiene.

Como el cuerpo prohibido, 

como el tiempo

que pasa.

Y con todas las preguntas que tengo y

un disparador hipersensible,

me he dado cuenta de que puedo

multiplicar mis ojos,

escabullirme más allá de mi retina.

Con ella,

he descubierto que el alma de los momentos se puede espiar.

miércoles, 15 de julio de 2009

Un túnel




Los besos que te robé
no eran míos.

No lo eran, ni lo serán mañana.

La puerta por la que te asomas
conduce a la hipnosis de un túnel
de muelles afónicos y cantos de sirena
que te deja sin aire,
sin derechos,
sin voz.

Un túnel húmedo y con la luz apagada
en el que habitamos muchas almas inquietas,
imprudentes, curiosas y
egoístas.

Almas vitales y tristes,
hambrientas y temerarias.

Uno con emociones de montaña rusa
pero sin finales felices
en el que sólo encuentras la salida
cuando te atreves a responderte porqué

buscaste la entrada.

Un túnel de secretos impulsos
en el que a veces me entretengo
con juguetes de mil colores sin garantía,

y cuando se me rompen

ya no sé
                ya no puedo
                                         ya no quiero
 

volver a darles cuerda.


lunes, 6 de julio de 2009

Poema inacabado




Hay días en que soy escarabajo
y días
en que soy el alfiler
que-lo-atraviesa.

A veces me siento volar como un águila
y otras

        muevo              un
me                como         colibrí.

Si hoy te hablo como Caperucita...
mañana seré lobo feroz y 
entraré en la sala de juegos y
en las máquinas echaré monedas
que valen segundos o días enteros.

Te presto un ala.
Vuela bien, vuela alto,
solo que a veces no te das cuenta
y te olvidas de la suela de tus zapatos.

Así vivo como agua al sol, 
así duermo como sauce en la niebla.

Así cuando soy espada deslumbra mi hoja
y cuando soy herida

escribo.

martes, 16 de junio de 2009




Se miraron furtivamente un par de veces a lo largo de la noche. Así se ponían de manifiesto que se devorarían el uno al otro en alguna ocasión, quién sabe. O sencillamente se hacían constar mutuamente que se hacían gracia. Pero la noche era larga, y cada uno estaba a su rollo, con sus amigos, ocupados, bebidos. Era una noche para desencajarse la mandíbula riendo, el sexo esporádico no entraba en sus planes.

El día los atropelló al salir del local y arrastraron sus cuerpos hacia el hotel. Él no tenía donde dormir. Ella tenía un hueco en la cama. Todo arreglado.

No se bebieron el cuerpo el uno al otro. Demasiado tarde, demasiado alcohol, demasiado miedo a los ecos del después. Se probaron los labios, se abrazaron y descubrieron que sus cuerpos se encajaban sutilmente para dormir.

Así durmieron, con las pieles encendidas y amordazadas por la prudencia, por la timidez. Durmieron saboreando lo insinuante de un cuerpo tendido tan cerca como para delirar. Durmieron sin invadirse pero tocados por el temblor de la piel estremecida, por la electricidad de un encuentro en una habitación prestada.

La misma intuición que les decía que no debían tenerse en los restos de una noche de desorden les decía que se desearían todas las demás. 

Y un día, no sabían cuándo... se encontrarían en el momento, en el lugar, 
en el espacio en el que dos cuerpos jóvenes que se esperan 
se cuentan cómo crece el deseo que se hizo esperar.

lunes, 8 de junio de 2009




El equilibrio se sostiene sobre finísimas y delicadísimas fibras de papel.

Pero el papel se moja, se rompe, se dobla. Se enmohece.

El equilibrio peligra. Si no lo hiciera no estaríamos hablando de equilibrio, hablaríamos de inmovilidad.

En ese papel están escritas nuestras partituras, las de nuestras vidas, las de nuestras grandezas y miserias.

Pero cuidado, el material es delicado. Puede contenerlo todo, abarcarlo todo, y puede emborronarse en un suspiro.

Entonces... la hoja se queda en blanco.

Nadie hay infalible, imperturbable, intocable. Nadie existe sin dosis propias de debilidad, de agotamiento. Nadie hay sin lados oscuros, sin vicios, sin miserias, complejos, sin penas y sin grises. 

Humano es romperse. Como humano es enfrentarse a la hoja en blanco y 

en silencio
en el escondite propio de las propias fobias y los personales anhelos

volver a empezar. 

Lo que da miedo, mucho miedo. Lo que genera dolor, frustración y rencor... es negarse, es no asumir que cuando somos una piltrafa, cuando nos sacude la vida y se nos enfrían los huesos... crecemos. Avanzamos.

Teme al infalible.

Y zambúllete en tu propia mierda, porque si no, nunca aprenderás a salir a flote.

 

miércoles, 3 de junio de 2009

Shshh...





-Shshhh... 

- Sólo estamos hablando, no hacemos nada malo. Es más, aunque estuviésemos follando como locos tampoco estaríamos haciendo nada malo. 

- Pero shshshhhhh... no digas mi nombre, que nadie escuche que estoy aquí contigo. Shhh...
...

Porque se esconde si está con ella, porque le suelta la mano si alguien se acerca. Porque le parece estupendo hacerlo si tienen hambre, pero no es capaz de darle un beso cuando se va.

Porque ya no hace que se sienta hermosa cuando está con él, ni se siente tampoco especial ni esperada. Porque las entregas húmedas de antes se convirtieron en remiendos contra las sequías.

Porque no necesita un cuerpo prestado y entre el vaivén absurdo de los juegos nocturnos se le acabó el deseo por su cuerpo acechante.

Porque no hay nada eterno en nosotros, en nuestra naturaleza, y porque para que algo tenga un principio necesita un final. 

Porque no hay pócima más efectiva contra el deseo que la desidia y las prisas por huir después de hacer el amor.

Y porque tantos porqués sólo tienen sentido si antes hay una pregunta,

- la pregunta- 

y este cuento está tan yermo

... tanto...

que nadie se atrevió a formularla jamás.

jueves, 28 de mayo de 2009




No creo que sepamos decirnos nunca lo que nos pasa,

ni creo que yo pueda beberte los labios sin miedo
                                                                     alguna vez.

No creo que te atrevas nunca a tenerme,
 
ni me atreveré yo a entrar 
                                              
en tu pecera de cristal cuarteado

en lo lacerante de tu amor apagado,

en la asfixia de las paredes hipotecadas.

Así nos miramos,
nos fantaseamos,
nos tocamos en los finísimos límites de la cordialidad.

Allí nos esperamos sin esperarnos, 
allí en la cama propia con el cuerpo ajeno
allí donde no nos nombramos

donde
            nos 
                    ansiamos.

No llamaré a la puerta de tu cuerpo voraz

ni despertarás tú la calma de mi piel devastada.

Pero cada vez que te encuentre

                 ...cada... 

                 ...vez... 

... pensaré en tu dolor infinito....
                                                         ... en el porqué del porqué no...

cavilaré en si soy reo o verdugo

libre o esclava

pensaré

que no nos mordemos 

porque ni me atrevo yo a demolerte la calma

ni te arriesgas tú a perderla

buscando
                 un bocado 
                                    de sensualidad.
                                  

martes, 19 de mayo de 2009




La estoy viendo mirarse al espejo. Hermosísima. Se ha cortado el pelo y apartado el flequillo. Su cara así, desnuda, habla a través de sus ojos redondos. Sin esconderse.

Lleva un vestido sencillo que se ajusta a su cuerpo casi con devoción. Un vestido azul, como su día. Un vestido que ella escogió porque se gusta con él, y cuando se gusta se siente libre y fuerte. Se siente valiente para hablarle, para decirle, para pedirle...

Aún queda una hora para que él llegue. Y antes de esta hora en la que el segundero crispa sus nervios hubo otras horas, otros días, en los que ella organizó este momento en el que estaría bellísima para él.

Horas y días en los que escogió el color de su pintalabios, unos zapatos de tacón... en los que eligió el tono de sus palabras y fantaseó con susurros cómplices en la íntima oscuridad de la habitación de ese hotel.

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"Mucho lío, poco tiempo. No llego, lo siento. Te debo una."

...
    ...
       ...

Ahora la veo de nuevo frente al espejo. Borrándose los labios, bajándose de sus tacones, quitándose de la piel el vestido azul. 

La veo mirándose completamente desnuda, escudriñando absorta en sus recuerdos. Doliéndose, sintiéndose estúpida, sintiendo la punzada hiriente que sólo genera la ilusión rota. 

La veo tan frágil que me da miedo acunarla.

La estoy viendo con los cabellos ya revueltos durmiendo sola en esa habitación de hotel, pensando en que nadie le debe una, pero se debe a sí misma una dosis de dignidad... abrazando la almohada y llorándole porque ni el tiempo, ni el orgullo, ni todos los perdones del mundo van a evitar que esta noche duerma con los pies fríos otra vez.

jueves, 14 de mayo de 2009


Había convencido a algunos de sus compañeros de clase para que repartieran por el colegio un papel calumniando a un compañero.

Ahora habían hecho bajar a todos los niños al salón de actos. El jefe de estudios esgrimía en alto uno de los ejemplares y apelaba a la dignidad para que el culpable diese un paso al frente y evitara un castigo colectivo.

Todas las miradas estaban sobre él porque todos esperábamos un ejercicio de dignidad. Pero permanecía impasible, frío. Fueron algunos de sus compañeros los que decidieron cargar sobre sus espaldas la autoría de aquel ejemplo de mezquindad.

- Fuimos nosotros, somos los responsables.

Pero tampoco en aquel momento se decidió a decir algo, tampoco para ayudar a sus amigos, sus cómplices, los compañeros que, bajo su influencia, habían entrado en el juego de degradar anónimamente.

Si en aquel momento se hubiese puesto en pie y hubiese dicho alto y rotundo: - "Yo lo ideé, yo lo escribí, yo lo repartí. Yo, yo y sólo yo."- además de evitarles el castigo a los intrépidos, hubiese conseguido que el gesto permaneciese en la memoria de todos. Habría conquistado una parcela de respeto colectivo.

Pero el silencio, el más absoluto silencio y la cabeza alta a pesar de todo... me hizo pensar en la indecencia de la cobardía, en el inocente arrojado al vacío, en la naturaleza de ese niño. En su capacidad para poner en marcha el ruido y para esconderse ante la respuesta. 

Me hizo pensar que el silencio es virtud o arma en función de si lo esgrime el humilde o el villano.

domingo, 12 de abril de 2009


... tic... tac... tic... tac... tic...

.... cada segundo que pasa la herida se sana un segundo...

... tic.. tac...  tic... tac...

... cada segundo que pasa es un segundo más lejos del recuerdo...

... tic... tac... tic...

... pero también es un segundo más lejos de su vida...

... tic... tac.

miércoles, 8 de abril de 2009

La fragilidad



Aunque cuando era un adolescente era un poco enclenque, ahora es un moreno rotundo y atlético. Un tipo alto y definido que con el uniforme puesto te tomas muy en serio. 

En la academia se levanta a las 06:00 y ejecuta su rutina castrense con limpieza y eficiencia. Es el primero de su promoción. El más ordenado, el más estudioso. El que tiene mejor puntería, el que además es buen compañero. 

En los meses que lleva en la academia no se ha quejado nunca de nada, no se ha puesto enfermo ni triste. No ha fallado nunca. 

En su primer permiso viajó a casa. Y cuando su hermana pequeña lo agarró de los bolsillos y le dijo que lo echaba mucho de menos, este soldado no pensó ni por un segundo en ocultar su cara para romper a llorar. Lloró, lloró y lloró desconsolado, expuesto, frágil... 

y fue entonces cuando me pareció que jamás había visto  un soldado tan valiente.

viernes, 20 de marzo de 2009



Después de comer cada uno se fue por su lado. Entonces se sentó en un banco y se lió un pitillo.

Con cada bocanada cerraba los ojos dándose minúsculos y mecánicos golpecitos en una pierna con la mano izquierda.

Se puso unas gafas de sol, se mordió el labio inferior un buen rato mirando al vacío y con aire resolutivo se recogió el pelo, dobló sus piernas en posición india e hizo dos columnas en una de las páginas de su cuaderno.

En el lado derecho escribió:

- Meterme en una cama con sábanas recién lavadas.
- Un día de sol inesperado.
- Encender la radio y que suene la canción en la que pensaba.
- Que me acaricien el pelo.
- Los calcetines de colores.
- Abrir el buzón y encontrar una carta entre las facturas.
- El tacto de una pluma sobre un papel grueso.
- Tener tiempo para cocinar algo rico.
- La carne roja.
- Un ataque de risa.
- El olor a bebé.
- Hacer el amor por la mañana.
- Descubrir un libro que me cambie.
- La pregunta inesperada y sorprendente de un niño.
- Un viaje en coche a altas hora con la persona oportuna.
- Una tarde de domingo lluvioso entre mantas y buen cine.
- Entrar en un mesón de mala muerte a comer y descubrir auténticos manjares.
- El olor de los libros nuevos.
- El primer baño del verano en el mar.

Mordió el capuchón del bolígrafo casi inconscientemente y pareció volver a sumirse en dudas y elucubraciones.

Se quitó las gafas de sol, se acomodó de nuevo en el banco y en la columna izquierda del cuaderno escribió:

- Que no me quiere.